La historia de José Huenante era la de cualquier niño, trabajaba en labores del campo en la población Mirasol, en donde vivía, iba a la escuela y pareciera que nadie lo recuerda allí, El Director pregunta "¿Esta segura que estudió acá?" refiere que "Su promedio era un 5,0. Como le digo, no tengo nada más que agregar
porque no lo recuerdo y el profesor que alguna vez estuvo a cargo de él
ahora es alcohólico".
Su Madre refiere que era alguien tranquilo, que no cambiaba sus atuendos de negro y le entretenían las labores del campo, disfrutaba la relación con los animales y pasado el tiempo, le cuesta recordar ciertos detalles de su hijo.
Este 3 de Septiembre se cumplen seis años de la desaparición de José huenante, niño mapuche víctima de un extraño procedimiento, adivinen de quien, los defensores del capital, la carne de cañón de los ricos, pacos de $hile. Entre sus cercanos, todos conocen a los responsables y los detalles de la situación que llevó a la desaparición de José, pero los burócratas de las instituciones de (IN)justicia Burguesa estiman que no hay pruebas suficientes, es un niño mapuche, de una población, simplemente desaparece, para ellos.
Era la madrugada del 3 de septiembre de 2005. Según testigos, él
junto a otros jóvenes tomaban alcohol en una de las calles de la
población Mirasol de Puerto Montt, cuando apedrearon a un vehículo de
Carabineros y éstos les devolvieron la mano.
Según los mismos testigos, el radiopatrullas 1375 de la Quinta
Comisaría, un Nissan V16 con los colores institucionales de Carabineros,
detuvo al menor. Pablo es uno de los adolescentes que estaba con José.
En sus declaraciones ha dicho que esa noche los carabineros realizaron
una redada. Pablo corrió hacia un lado, junto a un amigo; y para el otro
siguió José con dos jóvenes más.
Todos volvieron a sus casas, pero de José nunca más se supo. Dos
testigos dijeron que en el auto policial se habían llevado a Huenante.
"Yo desconfío de los carabineros porque cuando fui a presentar la
denuncia por presunta desgracia no la aceptaron. Me dijeron que lo
buscara sola. Y mis otros hijos me acompañaron al hospital para ver si
lo encontraba. Nunca nos dijeron nada porque somos de bajos recursos y
ellos siempre quieren salir ganando", dice María.
Después de años buscando responsables, la semana pasada tres
carabineros fueron formalizados por el secuestro y sustracción de José:
el sargento segundo Juan Ricardo Altamirano Figueroa, de la Quinta
Comisaría de Puerto Montt, y los cabos Patricio Alejandro Mera Hernández
y César Antonio Vidal Cárdenas.
Ellos han negado hasta el cansancio haber detenido a Huenante, pero,
según antecedentes de la Fiscalía, sus versiones han sido
contradictorias y se acumulan 16 declaraciones que no calzan.
Las más graves: adulteración del libro de detenidos esa noche
marcaron dos, pero luego enmendaron el número y escribieron uno .
Tampoco cuadra la justificación de kilometrajes recorridos esa noche.
Hay un vacío entre las dos y las seis de la mañana.
Los carabineros fueron dados de baja aunque siguen recibiendo sueldo
por estas mismas faltas, que también fueron determinadas en un sumario
interno de la institución.
A pesar que la familia de José estaba satisfecha por la labor del
fiscal Sergio Coronado, el martes, el Ministerio Público presentó un
escrito al Juzgado de Garantía de Puerto Montt para evaluar el tema de
la competencia. Quieren que el caso pase a manos de la justicia militar.
El caso es investigado por la Brigada de Derechos Humanos de la
Policía de Investigaciones, la misma que indaga sobre el paradero de
cientos de detenidos desaparecidos en dictadura.
La espera
José había abandonado Los Muermos cuando tenía 13 años, para vivir
con su tía María en Puerto Montt. La misma edad a la que comenzó a
trabajar. En su casa quedaron su carnet y las dudas. Antes de su
desaparición, José había asistido a un partido de fútbol en el estadio
Chinquihue, se había duchado y había salido a la calle.
"Él le tenía miedo a los carabineros porque ya le habían pegado otra
vez, en la población Vicuña Mackenna, también estaba en la calle con sus
amigos. Esa vez les pidieron los documentos y ninguno los andaba
trayendo", cuenta su tía María.
Por eso la desconfianza. También por la demora del proceso y una
serie de hechos que no fueron investigados a tiempo. Por ejemplo, nunca
fue periciado el automóvil policial en que supuestamente trasladaron a
José; cuando el fiscal Coronado dio esa orden, el automóvil ya había
sido rematado, en noviembre del año pasado.
La mamá de José y sus tres hermanos esperan noticias en Quenuir, el
poblado en que eligió vivir hace un tiempo para acompañar a su última
pareja y padre de su hijo menor, que sólo tiene cinco meses.
En el hogar que José ocupaba con su tía, en uno de los cuatro
dormitorios de la casa, todo sigue intacto. "Lo estamos esperando. Que
alguien nos diga algo. Él era un chico tranquilo, bueno. Su único sueño
era trabajar y trabajar y alguna vez terminar sus estudios en la
nocturna".
*(Algunos extractos mañoseados de prensas burguesas mezclao con cosechas domingueras)
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